Hemos visitado a San Simón, un dios mundano vestido con sombrero, traje de domingo y un puro en la boca, al que se ofrenda con cigarros y aguardiente, se venera con la intercesión de chamanes y concede gracias a quien se las pida.
Hemos encendido velas y pedido por todos ustedes. Ya no les queda más que una: Ser buenos. Os vigilará...
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